En el mundo ideal, los riesgos no existirían o serían eliminados por completo. En el mundo real, existen empresas que deciden aceptar más riesgos de lo que deberían, con un voraz apetito por el riesgo, todo en pro de la innovación, de diferenciarse y de obtener beneficios económicos cuantiosos.
Pero ¿qué opciones tenemos para tratar los riesgos? ¿los mitigamos o los eliminamos?
La respuesta corta es que los riesgos se tratan con ATM, es decir, aceptar, transferir y mitigar, dependiendo de la organización, naturaleza y la forma en que se perciben tales riesgos. En cuanto a la eliminación, no es 100% posible o factible. Sin embargo, en la gestión de riesgos no hay respuesta sencilla o corta, razón por la que les traemos 3 verdades que nos hacen pensar antes de actuar:
Verdad n° 1: la mitigación inteligente es la clave
Cuando gestionamos los riesgos dentro de una organización nos encontramos con que prácticamente todas las operaciones conllevan riesgos por el solo hecho de tomar una acción. Si se decidiera mitigar todos porque les otorgamos el mismo nivel de prioridad, tendríamos que contar con recursos infinitos. Pero como estos son limitados, priorizamos para proteger el valor y crear valor dentro de la organización, que es el objetivo de la gestión de riesgos.
Lo recomendable es enfocarnos en la mitigación inteligente de los riesgos. Esto implica identificarlos, analizarlos y tomar medidas para reducir su probabilidad de ocurrencia o su impacto negativo en caso de que se materialicen, con base en criterios.
Verdad n° 2: el contexto define la gravedad del riesgo
El riesgo está condicionado por el valor y el valor se modifica en función de las prioridades de la organización, de su estrategia, sus objetivos, de lo que se proponga en determinado momento. Porque lo que para la empresa es vital en determinado tiempo, puede ser trivial en otras circunstancias. Esta es una de las lecciones que enseña la gestión de riesgos y muy pocos elementos pueden escaparse de ello: la preservación de la vida y del medio ambiente, cumplir las leyes… Esto se debe a que las condiciones y el contexto cambian y eso condiciona la probabilidad y el impacto.
Por ejemplo, la transformación digital de las organizaciones era un proyecto de baja prioridad antes de la pandemia ocurrida en 2020. Después de eso nos dimos cuenta de que era esencial para mantener a las organizaciones funcionando, toda una prioridad. Pero la transformación digital requiere una inversión que no era considerada prioritaria antes, solo se vivió así cuando sobrevino el COVID.
Verdad n° 3: La gestión de riesgos es un proceso continuo
Para que sea efectiva, la gestión de riesgos tiene que acompañar la operación, la estrategia de la organización y los demás niveles de la organización. Esta funciona de forma sistemática, en consecuencia, la gestión de riesgos también tendría que ser continua y sistemática, pues es inherente al funcionamiento de la empresa en sus diferentes estamentos. ¿Qué significa esto? Que la gestión de riesgos debe ser un proceso continuo de evaluación, adaptación y mejora constante.
Vale destacar que, además de las mencionadas, existen otras verdades subyacentes, por el hecho de que el mundo de la gestión de riesgos es tan rico como las operaciones mismas. Las organizaciones tienen diferentes naturalezas, tamaños, productos y así mismo es la gestión de riesgos; por lo tanto, existen otras verdades que debemos tener en cuenta para gestionar y abordar riesgos, como son:
- Transferir y aceptar también son opciones de tratamiento de riesgos atractivas.
- Si decidimos mitigar, podemos hacerlo al prevenir, para que la efectividad del control sea mayor. También se puede detectar y corregir, pero es más efectivo prevenir
- La percepción del riesgo es subjetiva.
- Es importante favorecer la cultura de prevención.
- Afrontar los riesgos trae como resultado la resiliencia organizacional.
En conclusión ¿es mejor eliminar o mitigar los riesgos?
La eliminación es una mitigación a nivel prácticamente imperceptible, si tomamos en cuenta que el riesgo siempre es una interpretación. La eliminación es producto de una mitigación eficiente. Hay que tomar en cuenta que la eliminación se logra siempre y cuando se dejen de ejecutar ciertas actividades. A veces esto puede ocurrir por medio de la innovación, que trae consigo cambios muy importantes y la necesidad de recursos, que, a su vez, también conlleva nuevos riesgos. Es decir, que la mitigación totalmente eficiente se convierte en un cambio radical, con sus necesidades particulares y que trae sus propios riesgos.
¿Más verdades sobre gestión de riesgos y temas organizacionales? Te invitamos a revisar nuestros textos cada semana para continuar reflexionando y aprendiendo.
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